Thursday, August 21, 2008

La cuna del doblaje




Cruzar la puerta del mítico número 5 de la calle Reina Mercedes de Madrid es transportarse en el tiempo. Las paredes y el suelo enmoquetados en marrón, la gran pantalla sobre la escalera que desciende al sótano, el enorme proyector de cine y su entrañable traqueteo... todo permanece intacto desde hace varias décadas. Años, muchos ya, en los que la Escuela de Doblaje de Salvador Arias, como se la conoce oficiosamente, ha visto nacer a gran parte de las voces que nos han acompañado -en cine, radio y televisión- a lo largo de nuestra vida.
Uno no puede evitar sentir algo especial la primera vez que pisa el interior de la escuela. El silencio general sólo se rompe por las voces de los actores originales o las de los alumnos en el atril al registrar el take de turno, y su correspondiente vuelta de control posterior. Para el neófito, el proceso tiene algo de mágico que impregna toda la estancia, adornada con cuadros e imágenes que de una u otra manera entroncan con el pasado de la escuela. Y de Salvador.
Salvador... Su figura, dibujada al contraluz de la pantalla o de su sempiterno flexo sobre la mesa, es sin duda el icono más reconocible de la escuela. Agazapado sobre el guión, atento a las actuaciones de los futuros actores que progresan a su izquierda, el maestro siempre apostilla el final del take con indicaciones precisas sobre errores, aciertos, y consejos de diversa índole. Su característica voz grave y ronca, esa que diera vida a mitos como Orson Welles o Charles Laughton, rota por el tabaco y las nueve décadas que desde sus ojos observan el mundo, alecciona e ilustra, rememora y ejemplifica, espolea y corrige. Así viene siendo desde que se hiciera cargo, junto a su amigo y socio Enrique Cornejo, de la que ha sido y es sin duda alguna la más prestigiosa escuela de doblaje de Madrid, acaso de España entera. La Escuela de Interpretación Rafael Alberti no tendría sentido sin él, y es sin duda la escuela y sus alumnos los que insuflan esa vitalidad que el maestro derrocha a raudales pese a los muchos lustros que engalanan su plateada cabellera rala. La perfecta simbiosis de vida que se establece entre ambos es, a buen seguro, la clave del éxito de un centro docente particular y prestigioso que ha servido de ejemplo a otros muchos existentes hoy -quizás más acordes a los tiempos que corren, pero en cualquier caso menos cargados de experiencia en la formación de figuras de éxito.
La escuela de Salvador es una fábrica de sueños para los que persiguen el suyo. Un lugar detenido en el tiempo donde convertirse en cómico de la palabra. El principio de un camino arduo pero agradecido. La cuna de una disciplina a veces incomprendida pero siempre útil. El doblaje. La cuna del doblaje.