Monday, February 09, 2009

Atentado en Campo de las Naciones

Crónica de sucesos del 9 de febrero de 2009. Hora, 08:24 de la mañana. Salgo como cada lunes del metro en la estación de Campo de las Naciones. La temperatura es fría, los repartidores de periódicos gratuitos me entregan el Qué! y miro el reloj del móvil para asegurarme de que no voy tarde. Un helicóptero de la policía sobrevuela el lugar. Curioso, a esas horas.
Apenas cruzo el paso de peatones para enfilar la Avenida de la capital de España, Madrid, una compañera de Berlitz me da el alto: "No sigas" dice, "está todo cortado. Han dado un aviso de bomba y no se puede llegar a Endesa". Perplejo, mando un sms a mi alumna y le pongo al corriente del tema. Una amiga de la compi se nos une a la improvisada tertulia, y decidimos hacer algo de tiempo mientras se aclara si todo es una falsa alarma en un bar cercano, tomando un café.
La televisión del bar aún no dice nada de lo que ocurre, pero afuera centenares de personas que no han podido llegar a su lugar de trabajo se arremolinan en las calles
aledañas a la zona acordonada y murmullan entre miradas nerviosas sobre el asunto. Salgo del bar a por pasta al cajero, y a la vuelta algunas personas andan prestan en dirección contraria, diciendo que la policía les aconseja alejarse. Dentro del bar, la gente desayuna en la algarabía general de un local que hace su agosto con cafés y cortados en pleno febrero. Y de pronto el boom.
Son las 9 de la mañana, minuto arriba, minuto abajo. El estruendo hace temblar las cristaleras del bar y la estructura del edificio, como un siniestro final de mascletá que por inesperado provoca las carreras del personal al exterior. Los segundos posteriores son todo caos. La columna de humo, a escasos 200 metros es perfectamente visible desde la puerta del local, y la gente corre a resguardarse en dirección contraria, hacia la boca de metro. La línea 8 está interrumpida, y encontrar un taxi es imposible. Ante el rumor creciente de que que la policía anda buscando un segundo artefacto, nos decidimos a cruzar el parque Juan Carlos I en busca de otra boca de metro. Tras una caminata helada durante u
n par de km llegamos a Alameda de Osuna, y volvemos a casa.
El parte de bajas es cero, pero la bizarra situación vivida esta mañana de lunes que debería haber sido cualquier cosa menos movida sólo invita a una reflexión: mientras siga habiendo gente suelta como ésta por ahí, respirar tranquilos en la rutina de nuestros días será imposible. Si quieren hacerse oir, que se compren un megáfono. Y que a los demás nos dejen en paz.




6 comments:

Anonymous said...

¡No son españoles, son hijos de puta!

Anonymous said...

Pues si que te pilló cerquita.
Me alegro de que no haya sido nada.

Panda de cabrones...

Perenzal said...

Bueno tío. Menos mal que no ocurrió nada malo. Menudos cabrones que se dedican a joder a gente decente.

Wildwood said...

Es que vivir en democracia, en una situación geográfica privilegiada, perteneciendo a una clase acomodada y con estudios... es algo intolerable contra lo que debe lucharse con armas, bombas y tiros en la nuca. Faltaría más.
Ah, pretendía sonar sarcástico...

Gonzalo said...

Recuerdo cuando trabajaba en Electronic Arts, en Ribera del Loira (ahora trasladada unas calles más arriba), que la oficina estaba, sino enfrente, muy cerca de la "zona cero". Suerte que no le haya pasado nada a nadie, y menos mal porque no es la primera vez que pasa algo así en esa zona.

Un saludo.

pd: Por cierto, por si te preguntas quien soy, soy un lector de Meristation (y amigo "videojueguil"). Llegué aquí, por casualidad, trás ver tu perfil.

Wildwood said...

Pues bienvenido al Corral amiguete! Como suelo decir en el podcast, aquí cabemos todos. Un placer, como digo, tenerte aquí... y le iré echando una mirada a tu blog también!