Friday, September 26, 2008

Sobre el cortejo

Me pregunto dónde reside lo que hace a las personas afines. No es una pregunta banal, ni vacía por las horas a las que surge. Es en realidad una reflexión en voz alta que aspira a convertirse en respuesta, a sabiendas de lo imposible de tamaña empresa cuando todo depende de lo muy diversos y diferentes que somos todos. Pero uno alza la vista y observa cómo la vida rompe una y otra vez esa constante absurda para dar lugar a realidades tangibles como esas que algunos de ustedes gozan ahí afuera... y me reafirmo en mi vertiente positiva. Sólo un segundo, eso sí.
Salgo. Me relaciono. Hablo, respondo, pregunto, incluso me cohibo si la ocasión no invita al atrevimiento. Y al final uno se percata de lo vacuo de todo. O sea, sé positivamente que el mundo, en lo que a conocer gente se refiere, es tan variopinto como lo es girar una bola del ídem y señalar con el dedo al azar esperando encontrar en la punta del mismo nuestra casa... demasiado fortuito. Pero es que al final, después de todo eso, después de optimismos desacerbados, inconformistas noches de autosugestión inducida, y numerosos momentos de etílica efervescencia, lo que queda es demasiado obvio. Todo es tristemente predecible: una ola de engreídos despechos informes, ridículos momentos de injustificada satisfacción por un rechazo que sólo se basa en lo evidente, ignorando el universo que se aposta en una sugerente segunda fila. La coherencia invita a mantenerse al margen porque nos sabemos mucho más que todo ello, o al menos más de lo que se nos incita a creer que somos, pero la realidad a menudo no responde a lo marcado por sus parámetros, y nos recluimos en nosotros mismos tratando de asimilar lo que a todas luces nos parece absurdo. Y nos parece absurdo porque lo es. ¿De qué otra manera podría calificarse la negación de intentar enriquecerse con lo que tienen que ofrecer esos que nos rodean, nos atraen y nos llenan de luz con sus diferencias?
No es mi intención entrar en disquisiciones sobre géneros, aceptaciones sociales de las diferencias entre sexos, o motivaciones varias relativas a las relaciones que se establecen entre hombres y mujeres cuando el momento del cortejo cobra relevancia en el panorama común que unos y otros comparten. Pero parece evidente que, por motivos sociales mayoritariamente, quizás también culturales, la posición de la mujer respecto del hombre en las lides amatorias es cuanto menos privilegiada. En realidad uno puede llegar a justificar desde un punto de vista naturalista semejante realidad, aduciendo en esencia a la necesidad inherente a toda especie de perpetuar la misma intentando que las generaciones encargadas de ello sean en la medida de lo posible superiores a las que les llevaron a ocupar el lugar que ocupan. Ahí, en esa perspectiva lógica y genética, se justifican muchas de las situaciones que tan a menudo observamos en el mal llamado cortejo humano. Pero ocurre, seamos honestos, que además de biología somos mente. Sí, de acuerdo, la mente también tiene base biológica, pero lo que de ella emana en forma de pensamiento cobra una dimensión que se aleja de lo físico para convertirse en un privilegio abstracto del que carecen los demás seres vivos -esos seres vivos que se esfuerzan en perpetuar la especie eligiendo a los elementos más perfectos basándose exclusivamente en lo que ven.
Y ahí es donde me refugio para pensar que en todo este maremagnum de idas y venidas, de acercamientos y metafóricas bofetadas, hay mucho más de banal hipocresía que de razones darwinianas. Mi cuaderno de campo rebosa de apuntes en los que se narra el mismo proceso una y otra vez: el mismo momento de duda e indecisión, el mismo momento de absurdo valor para entablar conversación -absurdo, señores, porque hablamos de hablar, sólo de eso-, el mismo momento de intercambio fugaz, el mismo momento de rechazo soberbio. Las partes, obviamente, pueden ustedes figurárselas. La mujer, desde su atalaya, goza de una visión periférica del entorno, y su posición privilegiada le concede la ventaja de la última palabra, que al final es la que vale. Tal circunstancia no tendría por qué ser un problema -una de las dos partes ha de jugar ese rol, necesariamente-, de no ser porque la estadística en ese sentido es demoledora. Siempre es ella la que elige, siempre ellos los que se acercan. Lo triste es ver cómo algo tan biológico, como decíamos, tan justificable desde lo natural, falla en lo más esencial de todo: los argumentos. No se repara en lo que se dice, ni en cómo se dice, ni en lo que se piensa, o se hace. Nada de indagar en las dudas, las reflexiones, las inquietudes, las opiniones. Poco importan la honestidad, la inteligencia, la capacidad de abstracción, la imaginación. Al final lo que cuenta es el tamaño de la cornamenta, el vivo color del plumaje, la gracilidad en el baile del cortejo. Nos resumimos, esa es la triste realidad, a pura biología animal.
Visto lo visto, en conclusión, a uno le dan ganas de irse a pastar al campo o a cazar antílopes a la sabana -con una paradita previa en el gimnasio, eso sí, que nosotros, a diferencia de las bestias, tenemos la oportunidad de mejorar lo que nos dio "de serie" la madre naturaleza...

3 comments:

Anonymous said...

Glorioso. Al final no descenderemos de los monos, sino de los pavos reales. O de las piedras, a saber.

Anonymous said...

Bueno, tras palabras así toca intervenir abandonando viejos disfraces de lobo para desnudarse y en la piel real del inofensivo cordero hablar de cosas que igual escapan a la comprensión,al entendimiento o incluso al perdón.
Es inevitable mirar en tu vida y subrayar con ese boli fluorescente y anatómico de punta gruesa frase por frase de nuestro buenaventurado narrador por coincidencia con relatos en "mi querido diario".
"Quien lo vivió lo sabe" como decía Becquer. A veces queda la ilusión y el despecho, las palabras de autobombo o el rechazo a seguir formando parte de algo tan patético y banal. Y otras veces sólo queda el desprecio y las ganas de pillar un spray en la tienda o acelerar y acelerar en alguna autopista en tramo sin radar y aportar tu granito de arena a que la atmósfera se llene de humos chungos y el cambio climático nos mande a todos a tomar por culo un poquito más pronto que tarde.
Es una visión catastrofista pero es una visión y ya os digo que hay días así. Y otros que verdaderamente quieres marcar la diferencia, ilusionarte con el mañana encontrando lo que has buscado cada día que recuerdas que has sentido. Porque es verdad que dos tetas tiran más que dos carretas y en el fondo todos somos tan animales como los que más. De cuchillo y tenedor. De jazz y filmoteca. De reflexiones y ensayos literarios. Pero animales tan esenciales como el vulgar chucho que se acerca en el parque al culo de otro chucho.Animales.
Desgraciadamente en mi caso he visto y sufrido de todo. El dueño del blog conoce "mis terrores favoritos" y sabrá de lo que hablo y al resto, humildemente, mencionar que no tenemos la suficiente confianza y que entiendan que los complejos se acaban por intentar esconder tan dentro que nunca los reconoceras como propios.de ahí el "anonimous" del principio.
Una noche con una par de copas en la buxaca, una música que te hace sentirte primitivo, una chica que consigue que dejes de fijarte en los autómatas y empujones que te rodean, una decisión, unas torpes palabras sin la confianza y la seguridad que siempre te han recomendado como parte del contrato y a administrar el resultado.
0 puntos y el rabo flácido entre las piernas, tres empates que no son más que dos derrotas, o una victoria .
Mi idea al escribir esto no era cometer un alegato antifeminista o machista. Ni siquiera despreciar al género que más necesitamos y adoramos como becerro de oro.
Sino al más puro estoy walt disney achuchar a ese bumbún que tenemos en el pecho. Sin lágrimas en los ojos, sin rabia ni reproches. Porque todos queremos en el fondo lo mismo. Pasar por esta vida lo mejor posible, con más o menos ruido, pero sin más mierda de la inevitable. Y no hay porqué ser cruel ni especialmente creido. Porque todos vamos al baño y todos tenemos un careto(más feo que la madre que nos parió)al levantarnos.
dan ganas de decir a "esa gente": gilipollas, que cojones te crees?
Quizás el puto perro que se deja oler el culo y que luego te da el mordisco.
Jodidos animales.Que pena de aire. Por eso wanda nunca se dejaba.
Cuanta melancolía por sentir que una imagen vale más que mil palabras y que ya puedes tener conocer al dedillo los poemas más bonitos que se puedan susurrar, o un millón de cosas en la cabeza por compartir, que siempre aparece un tio imitando un acento mexicano o argentino y más vale que recojas tus cosas, tu amor propio y te de tiempo si acaso a decir adios con la mano.
Lo único positivo es que esto es como el futbol y puedes perder cinco a cero, pero el miercolés que viene verás que paliza le metemos a los jodidos rusos del zenit.
Que se vayan preparando.

Wildwood said...

No tengo palabras. Y mira que es difícil...