Thursday, December 10, 2009

Tales of Mystery and Imagination


No soy un gran experto en el género, ni puedo presumir de ser condescendiente con lo antiguo, lo rancio, lo que destila olor a naftalina o debe verse en blanco y negro. Y sin embargo hay veces en las que no queda otra que quitarse el sombrero y rendirse a la evidencia: el pasado esconde tesoros que merecen ser disfrutados sin prejuicos. Por eso el descubrimiento de The Alan Parsons Project -mérito como tantas otras influencias musicales añejas del Tío-, supone un hito cultural a nivel personal y una pausa obligada en la que reflexionar sobre lo que este grupo singular de rock progresivo supuso en los lejanos años 70 y los tumultuosos 80.
Cuando todavía resonaban los ecos del funk más genuino, las composiciones de rock clásico más auténticas y despuntaban tímidamente las formaciones de música electrónica basadas en sintetizador que en los 80 despegarían de forma definitiva, el grupo de Alan Parsons, Andrew Powell y Eric Woolfson maravilló al mundo con un género nuevo, un sonido antes nunca escuchado y una mezcla instrumental y vocal sublime donde se fundían los riffs de guitarra más puros con las bases electrónicas más atmosféricas de manera magistral. Aquel primer álbum, nacido en 1976, Tales of Mystery and Imagination, reconocido por la crítica como el mejor de cuantos luego pariría el "proyecto", marcó un antes y un después en el mundo de la música que hoy, treinta y tantos años después, sigue sonando tan bien como debió hacerlo entonces. Y además, conserva ese toque clásico, tan propio de todo lo nacido en los 70, que acaba por conferirle el carácter de atemporal.
El disco, formado por siete composiciones de distinto corte pero con un hilo conductor compartido, se inspira en la obra de Edgar Allan Poe para crear un universo sonoro casi hipnótico que recrea de modo muy personal relatos tan famosos como El cuervo, El tonel de Amontillado o El corazón delator. Precisamente fue El cuervo -The Raven- la primera de las canciones que pude oir del disco, y seguramente sea el reclamo perfecto para acercarse sin reparo a la obra del grupo, pues ese carácter iconoclasta de la misma se plasma en dicho tema de la mejor forma posible con el uso, por primera vez en la historia de la música, del llamado "vocoder", un trasto que sintetiza la voz humana convirtiéndola en un soniquete robótico al que hoy estamos más que acostumbrados, que ya suena a ciencia ficción arcaica, pero que entonces suponía un pequeño paso más dentro de la revolución musical que se avecinaba a pasos agigantados. Ah, y para redondear el conjunto, la voz de Orson Welles narrando pasajes de cada relato al principio de algunas de las pistas...
Si hacemos caso al mensaje que lanza Magnolia, la peli de Cruise y el director de Boogie Nights, las casualidades no existen. O si existen, deben formar parte de algún plan más grande. Pues bien, sucede que ayer moría el co-creador de The Alan Parsons Project, Eric Woolfson, justo el día en que servidor regalaba un vinilo del primer disco del grupo a don Javier de Pascual -de esos que se encuentran por Madrid rebuscando en vetustos cajones en vetustas tiendas del centro- que a su vez admitía tener la escucha de The Alan Parsons Project como asignatura pendiente. Podía haber ocurrido dos días antes, y la coincidencia habría pasado desapercibida. O podía haber elegido aquel disco de la ELO, y el bueno de Woolfson no habría encontrado hoy su hueco en el Corral. Pero todo se ha precipitado en apenas 24h, y no puedo evitar pensar que estas casualidades esconden algún mensaje misterioso, algún mensaje de misterio e imaginación que, quizás, deba ser descubierto escuchando, precisamente, a Poe y su obra, vistos por The Alan Parsons Project.

1 comment:

Anonymous said...

La vida te da regalos como: un libro, una pelicula, y en este caso este pedazo de disco que yo descubri cuando hacia el servicio militar por un amiguete de azañas belicas jejejeje.... asi que chaval espero haberte servido de ayuda para tu regalico,