Sunday, April 18, 2010

A golpe de Google Earth (1): El Corral de Piedra



Difuso porque alguien decidió que esa parte perdida de España no merecía un gasto innecesario de memoria en una mayor resolución, los satélites que todo lo ven de Google recogen, si se sabe dónde buscar, el alter ego físico-geológico de éste su rincón en la red. Sorprende en cualquier caso encontrar -y poder diferenciar en el amasijo de píxels- esa parte de La Mancha de cuyo nombre siempre querré acordarme, donde se forjó gran parte de la leyenda, a golpe de arado, rebaño y espera, del clan que milita firme y orgulloso lejos de aquellos montes en lo físico, pero eternamente cercano a ellos desde el prisma del corazón.
El viaje que lleva por vías secundarias desde Barrax a Munera, nunca suficientemente repetido, se desvía de la N-430 (8) poco después de la atalaya que dibuja el mítico repetidor de antena, cual vigía incansable que anuncia el comienzo del fin del trayecto. Ya no hay prisas, y los últimos metros asfaltados que desfilan frente al margen del camino (9) que habrá de llevarnos a nuestro destino se transitan al ritmo de esta fotografía viva detenida en el tiempo. Uno puede decidirse por atravesar la vecina Muribáñez (10), y hacer uso de su senda tradicionalmente más apta para la circulación motorizada, pero la tradición dicta que ha de seguirse la vía que atraviesa los Almendros del Carga (1), por mucho que el mismo se niegue, año tras año, a hacerla definitivamente transitable para cualquier vehículo no agrícola. Un par de recodos peraltados por el trasiego de las lluvias invernales, y la maleza descubre el vado donde se erige La Aldea (2), un fulgor blanco en el ocre general del entorno, su pozo y su huerto, la calle que lleva el nombre de quien más la quiso, la era y, en fin, cada rincón que hacen del lugar un núcleo vivo ya sólo en el recuerdo de los que se fueron y en la próxima visita de los que siempre amenazamos con volver.
El viaje continúa más allá, loma arriba, dejando a la izquierda el Hondo de los Riscos (antiguo corral natural donde se guardaban caballos y de donde la Aldea toma su nombre), hasta El Majano (3) que piedra sobre piedra construyeran el viejo Arenas y el tío Pío, auténtica obra de ingeniería rural cinegética, y junto al cual tuvieron lugar algunos memorables momentos en la historia de El Corral con Wildwood de protagonista: la espera al alimón con el abuelo y la eutanasia del conejo a manotazos (4), y la fotografía ganadora "Más allá de los sueños", con Abraham corriendo hacia el punto de fuga del "piazo el almendro" y Wanda, jovial, pisándole los talones (5).
El ocasional viajero puede seguir adentrándose en el coto, camino de La Cañá las Cartas (7), la Cañada de las Cartas para los más finos o los no iniciados, descendiendo para ello la pendiente que con toda probabilidad supuso el último gran rally de Josian el Perdigón al volante de su bólido, su Seat 133, en un recorrido de apenas un centenar de metros que ya quisiera firmar el mismísimo Carlos Sainz (6). Luego un inapreciable giro a la izquierda a través del monte más denso y, justo frente al lugar donde acampamos al raso sólo por saber que podíamos "when we were kings" (12), la última inevitable etapa de toda visita a El Corral que se precie: La Maraña (11). Hoy los comederos y pilas que otrora rebosasen condumio para la fauna autóctona deben ser poco menos que restos arqueológicos prematuros, lejos ya los días en que viajar para llenarlos era cosa cotidiana. Lugar privilegiado para el asedio al hacedor de madrigueras, se convirtió en centro neurálgico de las muchas jornadas de caza que en tardes estivales vivieran las tierras de el Corral, última frontera antes de otra aldea hermana, hoy casi desaparecida, el Cuarto Saturnino -el real, no la sección paranormal de ésta su casa.
Todo queda lejos ya, de un modo u otro, pero cada regreso al lugar vuelve a traerlo a la memoria. Si se animan a adentrarse en él, ustedes también podrán tomar parte en su historia. Ahí está para quien quiera dar el paso, bien localizado en las cartografías digitalizadas de Google, al norte de la N-430, entre Barrax, Lezuza y Munera. Un puñado de píxels pardos que, créanme, merecen verdaderamente la pena cuando la escala es 1:1.

3 comments:

Anonymous said...

Me ha encantado, mejor no se puede describir, y mas para quien lo conoce tambien como yo, que por un mes de octubre de hace muchos años... vi la luz por primera vez alli. gracias

Vadania said...

Lástima que para escuchar "El larguero" haya que subirse a la loma, con la que cae en invierno por esos lares. xD

Wildwood said...

La tecnología y La Aldeica nunca fueron de la mano... XD

Con apuntar que hasta la llegada del motor de explosión, que llevaba casi dos siglos funcionando en otros sitios, hace apenas una década no habíase visto ni luz eléctrica, queda todo dicho.

Luego las familias eran hiper-numerosas... A ver qué remedio.