Saturday, April 14, 2012

Cien años por diez segundos


Hoy hace un siglo que el Titanic se fue a pique. Qué mejor ocasión para "reflotar" El Corral de Piedra que ésta, uno de esos aniversarios morbosos tan del gusto de quien os habla, ya sabéis. Vayan por delante, tras casi cuatro meses de silencio, mis disculpas por la ausencia y el compromiso de pasarme por aquí más a menudo. A ver si puedo cumplirlo, no obstante, que los oyentes del Meripodcast llevan esperando más de un año a que me cree la prometida cuenta de Twitter... qué pereza...
Decíamos que se cumplen 100 años desde que el barco insumergible se sumergiera para siempre. O no. Que desde que en 1985 se descubrieran los restos del buque en el lecho del Atlántico Norte, el mundo se ha empeñado en reflotarlo una y otra vez, entre documentales, películas, programas de televisión y textos como éste. Habrá quien esté hasta las pelotas del manido tema, y no le faltará razón. Aún así he creído oportuno "abordarlo" (arrr) una vez más, y realizar mi particular inmersión de 4.000 metros hasta la proa más famosa del mundo tras la de la Jolie en Tomb Raider.
El caso es que entre las muchas curiosidades que "inundan" internet (¡y otro juego de palabras más señora! ¡estoy que la parto!) respecto del vapor británico, hay un dato crucial que supone la barrera entre lo que pasó, y lo que pudo pasar (o no pasar, que vendría a ser lo mismo). Al parecer, habida cuenta de la velocidad a la que se cree viajaba el barco (41 "acojonantes" km/h), su masa y sus medidas, si el Titanic hubiese dispuesto de tan sólo cinco segundos más desde que se avistó el iceberg hasta que acabó impactando con él por estribor, la colisión se habría evitado. Rose y Jack habrían terminado su noche loca sin incidentes, puertas que flotan con vacas encima o carámbanos humanos que se hunden por pringaos, el crío aquél no le habria dado las patadillas al pedazo de hielo en cubierta, y los cuatro gatos que pasaban frío a esas horas de la noche a la intemperie se habrían alegrado la vista con la visión del colosal resto helado pasando de largo y habrían tenido algo que contar a sus nietos. Nada más.
Pero lo más sorprendente es que si la diferencia de 5 segundos se hubiese dado hacia el otro lado, es decir, si los vigías se hubiesen entretenido mirándole el entreteto a la DeWitt Bukake (o como sea) un instante, por ejemplo, el buque habría impactado de frente con el "aisberg" (modo Carmen Porter ON), inundándose tan sólo dos compartimentos y no los seis, como mínimo, que se sabe se llenaron de agua tras el "rozón" en la chapa diestra. Pese al colosal destrozo en proa, lo más probable es que el barco no se hubiera hundido, llegando a puerto con un interesante tuneado a la mañana siguiente para algarabía o espanto de los curiosos ciudadanos de Nueva York, y poco más. O, al menos, podrían haber esperado a que el Carpatia o cualquier otro navío rescatara a los pasajeros, a la orquesta y a la señora esa gorda tan salada con la voz de Woopy Goldberg que se hacía colega del Di Caprio en el filme de Cameron, ese chiflado visionario.
Así las cosas, un margen de 10 segundos en total supusieron una diferencia fatal. Por arriba de esa pinza, o por debajo de ella, la catástrofe se habría evitado, y el Titanic habría acabado convirtiéndose en un barco más, como lo fueron sus hermanos gemelos de la WSL, y estos cien años de comentarios, todas las películas, las pajas mentales sobre lo que pasó o dejó de pasar, el descenso "en vivo" del Discovery Channel y el paseo en solitario del papá de Terminator en el batiscafo jamás se habrían producido. Tampoco este post, por cierto, y quién sabe si acaso el mundo habría dejado de existir por una de esas paradojas espacio temporales "docemmetbrownianas" que tanto nos gustan o la Teoría del Caos y su mariposa de Ian Malcolm y sus gafapastiles comentarios.
Pero las cosas ocurrieron como sabemos, y esos diez segundos aciagos nos han dado 100 años de nostalgia y morbo, amén de un empacho de Titanic que hoy celebra su aniversario para regocijo de los que disfrutamos con todo lo que huele a rancio y a tragedia como los cerdos gozan restregándose en su mierda. El misterio de la miseria humana, supongo.
Quizá luego me acerque al cine para verle el generoso busto a la curvilínea Rose en 3D (que ni Avatar, fijo), pero entretanto me recrearé en el detalle de lo fútil de todo (ah, otro día os hablaré de Futility, el profético libro escrito algunos años antes, que me he descargado en pdf), y en como 5 segundos de más o de menos pueden suponer una diferencia tan grande. Eso las mujeres lo saben muy bien, por cierto.
¡Os veo muy pronto! ¡Palabra!

1 comment:

Vadania said...

¡Ya era hora! Se te echaba de menos, nen.

Sobre lo escrito, suele pasar. La mayoría de accidentes tienen lugar por esas sincronicidades azarosas, o como se diga.

Au, cacau!