Saturday, September 08, 2007

Mi Cine en Casa (2): Rocky Balboa


Existen sagas fílmicas que, por malas, debieron quedar en un sólo episodio. Existen sagas que dejaron tan buen sabor de boca que uno desearía un capítulo más aún sabiendo que lo mejor es recordarlas redondas, como fueron, por miedo a que el nuevo intento de éxito emborronase todo lo anterior. Lo normal, por cierto, es que ocurra esto último. Existen sagas (las menos) que aún sobrexplotadas siguen dando momentos de gloria al celuloide y de disfrute al espectador/fan (los términos son aquí sinónimos porque sólo el fan permanece en tales casos). Y existen sagas irregulares, series de capítulos con altibajos que viven del enorme éxito de una impactante primera cinta, donde lo importante es dar al público una nueva ración de aquello que hizo y hace del título una garantía en taquilla.
Rocky, la serie, es una de estas sagas. A finales de los setenta, un perfecto desconocido de ascendencia italiana con un pasado ligado al cine erótico escribió una historia de pundonor, superación, amor y humildad que marcaría el comienzo de una leyenda. Los gerifaltes de la industria del cine advirtieron el potencial de aquellas páginas, y aceptaron la propuesta de llevar a la pantalla la figura del Potro Italiano. Stallone hizo entonces la jugada de su vida, poniendo como condición para el "ok" al proyecto que la cinta fuese protagonizada por él mismo. Todos le agradeceremos siempre aquella osadía (nosotros, y su cuenta bancaria, claro), porque no quiero ni imaginar qué habría sido del personaje interpretado por Burt Reynolds, una de las propuestas de los estudios para dar vida a Balboa. Lo demás, a estas alturas, es historia.
Aquella primera cinta, galardonada con varios Oscars en 1976, que encumbró al estrellato al amigo Sylvester, se vería continuada hasta el reciente estreno de la obra que nos ocupa, con cuatro episodios de cualidades discutibles que tendrían su cénit en la infame Rocky V, con la que durante tiempo se puso punto final de forma deplorable a la saga. Quiero imaginar que Stallone, quien tanto debía al personaje de Balboa, quiso remendar el terrible batacazo artístico que el quinto episodio suponía escribiendo, dirigiendo y protagonizando un último capítulo que hiciera honor a la grandeza (gustos al margen) del púgil de Philadelphia.
Rocky Balboa retoma sin esconderse el espíritu entrañable, hasta cierto punto deprimente de aquella primera entrega. Stallone, conocedor de los factores que apuntalaron el éxito de su opus magnum (extraviados poco a poco en el camino que siguieron sus continuaciones), no disimula su interés por dotar a esta sexta parte de esos matices sentimentaloides que atraparon al espectador de entonces y llevaron al aún poco hormonado potro italiano a la memoria colectiva. Rocky, transformado en lo físico por el paso del tiempo, sigue siendo aquel bonachón infantil de verbo trastavillado pero ágil y filosófica sencillez que nos hacía sonreir con sus bromas pueriles en la tienda de animales a Adrian. Philadelphia continúa siendo gris y fría, y el gran campeón no vive en una mansión enorme ni conduce flamantes deportivos. Gancho y Directo, las tortuga, siguen allí. Y Rocky no se gana la vida haciendo publicidad, sino con un restaurante-museo, el Adrian's, en el que ameniza las cenas de los comensales contando batallitas de su carrera pugilística.
La historia de Rocky Balboa puede no ser gran cosa si se la observa desde lo literario, pero acaso esto sea lo menos importante en un título como este. Lo impagable, lo que en mi opinión hace grande a la película (y al personaje mismo), son "los momentos", esas escenas cargadas de guiños dramáticos en las que la melancolía y la nostalgia nos retrotraen a las sensaciones que nos produjo Rocky I, y que jamás se habían vuelto a reproducir de forma tan fiel en anteriores entregas. Un genial Burt Young (Paulie) y un inspirado Stallone (que desde Copland no había vuelto a tener gestos interpretativos de calidad) se bastan para llenar la pantalla del inconfundible espíritu que irradiaba la obra original. Eso, y tópicos momentos que uno no se cansa de ver como el entrenamiento previo al combate, la ascensión de las míticas escaleras o el piano de Bill Conti que acompaña magistralmente con su inconfundible melodía los momentos clave de la historia.
Mención especial para el doblaje de Balboa, con un recuperado (para Stallone) Ricard Solans que borda esa particular dicción que todos nos hemos cansado de imitar durante años, de Duke (el entrenador de Apollo), al que Pepe Mediavilla impone su peculiar carácter, y de Paulie, con un Joaquín Díaz que transmite sentimiento con cada palabra.
Que Stallone, como decíamos, debe gran parte de lo que es a Rocky Balboa es cosa manifiesta que acaba por proclamar el mismo Stallone dotando al film de un marcado carácter de homenaje, sobre todo en el combate final. El actor y el personaje se funden y se confunden cuando el público, enfervorecido, grita una y otra vez el nombre del púgil que tanto les dio 20 años atrás. No hay interpretación: tanto lo de unos como lo de otro es sincero agradecimiento. Y eso se ve. Yo, de haber estado allí, también me habría emocionado.
Me resulta imposible calcular las veces que debo haber visto la primera entrega de la saga, pero reconozco que nunca me canso, y que con cada visionado las viejas sensaciones vuelven a aparecer. Pues bien, a fecha de hoy he visto Rocky Balboa tres veces, y creo sinceramente que acabará por pasarme algo parecido con el tiempo. Claro que uno, "enamorado" como lo está del personaje (es una forma de hablar, no se me malinterprete), tampoco puede ser objetivo. Ni falta que hace.

2 comments:

Anonymous said...

Tío voy a parecer pesado o pelota(que se yo), pero me ecanta tu pagina. Creo que ya te lo menciones y te quedaste asombrado, pero no he visto ninguna de las seis películas de las saga. Salvo distintos fragmentos de alguna de ellas cuando por casualidad haciendo zapping, me encontraba con ellas en canal nou o similares. Acabas de hacer de que tenga unas ganas tremendas de verlas todas, antes también las tenia, pero era mas bien curiosidad. Despues sde leer tu articulo me he quedado impaciente por hacerlo.
Tío si no te va bien con el doblaje(cosa que dudo) dedícate a escribir, te veo mucho futuro. Todavía me queda muchísimos contenidos de tu pagina por explorar, pero ya tengo ganas de que pongas un nuevo articulo. A ver si con suerte es sobre el partidazo que juega esta noche el Madrid, que después de tanta selección ñoña, estoy impaciente por verlo. 1 abrazo, Jon

Wildwood said...

Es un peazo de saga, chaval. Vale que la 4, que es un video musical, directamente, y la 5, una castaña pilong, flojean un poco... pero todas tienen momentos miticos. Estas perdiendo el tiempo, ¡a verlas ya! Por cierto tengo el pack con las 5 primeras en dvd, asi q si kieres ya sabes...