Thursday, April 03, 2008

Una historia de Recambios

Aquella noche se presentaba larga. Las piezas más selectas, los volantes de cuero y madera noble acompañados de su prole (listones en veta de álamo y raíz de nogal) habían prometido brindis a base del mejor de los aceites CHF.
Las tuercas, tornillos y arandelas, que apenas sí habían podido pagarse un palco con vistas a taller, se quejaban de la falta de espacio, hacinados en sus cubículos, y pugnaban por hacerse con un sitio en la superficie…
El apartado musical correría por cuenta de los Business CD, aunque inauguraría el acto una actuación en directo de, cómo no, Mike and the Mechanics.
Las luces (todas, las H7, las de xenón, las polares…) empezaron a brillar, y la fiesta dio comienzo. Al principio la timidez era la nota dominante, y las molduras apretaban sus grapas contra las paredes en milimétrica simetría, mientras las piezas de obsoleto, tan acostumbradas a ser ignoradas, esperaban ocultas que nadie las invitara a bailar.
Una presumida llanta de aleación ligera y radios de estrella 128 se acicalaba con esmero y la inestimable ayuda de un limpiallantas, frente a un cristal de retrovisor calefactado y convexo de E46 que, claro, estilizaba aún más su figura. Tenía previsto intimar con un neumático de verano (uno que había conocido el verano anterior, vamos) con intención de acoplársele al final de la noche…y dicen las malas lenguas que la relación, miles de kilómetros después, acabó con un triste reventón de él y el consecuente desllante de ella.
De pronto, sonaron fanfarrias provenientes de los diversos escapes y catalizadores a modo de dinásticas trompetas, y ante la expectación general, el montacargas comenzó un lento y majestuoso ascenso desde la sección de chapa. Cuando hubo detenido su parsimoniosa elevación, el eléctrico zumbido de la puerta anunció la llegada del grueso de los invitados. El traspalé amarillo arrastró lo necesario la enorme caja de material, y una infinidad de piezas comenzó a desfilar en un agradecido desorden (¡por una vez camparían a sus anchas lejos de su ubicación!) entre las diferentes estanterías.
Junto a la 101004, unas llaves “no code” (sí, de esas sin estirpe ni clase, esas que profesan odio eterno a las elitistas piezas venidas de Alemania) preparaban afanosas un golpe de efecto que echase abajo los planes festivos del resto. Habían conseguido montar un bombín lapa con un poco de cinta recuperadora y pretendían adosarlo a los bajos del traspalé a su paso de regreso al montacargas. Sin embargo, un oportuno soplo de un marco de espejo que desde la 100904 había oído todo su plan dio al traste con las intenciones del comando llaveril.
Un joven e inexperto termostato se resistía en la oscuridad de su ubicación al envite de una pipa sin junta que el ETK se empeñaba en endosarle una y otra vez con aquello del “sólo en combinación con”…hasta que la pipa sacó de forma sorpresiva un anillo obturador de compromiso para conseguir que el termostato alcanzase los 92º centígrados y diera el sí, tanto tiempo esperado. Cuentan que, de nuevo, su relación acabó rompiéndose porque el termostato desarrolló un “ambiguo” gusto por las culatas dando cada vez más de lado a su compañera.
En aquella fiesta hubo tiempo para número cómicos –los cargadores de CD reproducían una y otra vez los Éxitos de Oro De Arévalo: Sólo en Gasolineras-, espectáculos de coctelería –de mano de las botellas de expansión-, juegos malabares –lanzamiento al aire de aros de retención, equilibrios sobre barra estabilizadora…-y hasta para exhibiciones de fuegos artificiales –los soldadores de chapa, invitados de excepción, dieron buena muestra de ello. Al final, incluso, una reivindicativa y humilde pieza de E30 antiglobalización consiguió amarrarse a la reja de venta externa con unas cadenas de nieve Pentax, y comenzó a lanzar proclamas en favor del aumento de stock de piezas para carrocerías en peligro de extinción. La rápida intervención de las listas de Ubicados En Taller y las pegatinas de Obsoleto evitaron que la cosa llegase a mayores devolviendo la pieza a su lugar de origen.
Y así, entre copas y copas de aceite, anticongelante (el montacargas estaba abajo y el frío aire del invierno se colaba en cada rendija del almacén, con lo que se agradecía su presencia), risas y algún que otro llanto (todos guardaron un minuto de silencio por la ausencia de las piezas en la lista de Faltas, antiguas compañeras desaparecidas en el campo de batalla), transcurrió la noche.
La mañana siguiente comenzó como cualquier otra: el ruido de las persianas al subir, las notas de aviso del Outlook con atrasos de cinco minutos o de 16 horas, las anodinas y desquiciantes, por reiterativas, llamadas de teléfono… Pero las piezas, desde sus ubicaciones, sonreían satisfechas por el recuerdo imborrable de aquella maravillosa noche en que todas, grandes y pequeñas, nobles y bastardas, se deshicieron por unas horas del corsé del orden imperante para mezclarse anárquicas en una maravillosa coreografía de caótica diversión.

Nota del autor: Durante dos largos años, mi vida se vio ligada a la venta de recambios y accesorios en la concesión oficial BMW en Elche, Hispamóvil. Las largas y estresantes jornadas en la ventanilla de venta externa casi acaban conmigo, pero no consiguieron minar mi creatividad ni mis ganas de escribir. Este texto es resultado de alguno de los escasos momentos en que el teléfono me daba una tregua, fraccionados ratos de relax en que mi inspiración luchaba por manifestarse. Leyéndolo hoy, tras el afortunado ennvío del gran Fran -aún ligado al duro mundo del automóvil-, reparo en lo ajeno que me era todo, y lo mucho y bien -habida cuenta de mis orígenes y designios- que llegué a entender aquel universo. No lo echo de menos, honestamente... pero aprendí de todos vosotros, compañeros. Y no hablo de coches, obviamente.

2 comments:

Anonymous said...

Apreciado amigo,

Por suerte o por desgracia la rutina diaria acaba dejando su poso en la personalidad de uno mismo.

¡Enhorabuena por el nuevo diseño de El corral de piedra!

Jaime

Anonymous said...

Lo que me pregunto yo es qué coño haces que no estás escribiendo libros y relatos para concursos. Coño.