Tuesday, May 20, 2008

Diez años después, siempre Real Madrid

Edit (21/5/08): Os dejo los enlaces de algo que me ha emocionado. Y no es una forma de hablar. Mientras escribo esto me enjugo los ojos... Santo Dios. Qué grande fue aquel momento.
INFORME ROBINSON: LOS S
ECRETOS DE LA SÉPTIMA (PART 1)
INFORME ROBINSON: LOS SECRETOS DE LA SÉPTIMA (PART 2)


Veinte de mayo de 1998. Hace ya diez años, pero parece que fue ayer.
Los días previos al enfrentamiento de los enfrentamientos habían sido un constante devorar de cuantos reportajes, noticias y documentales se emitieron o escribieron en la prensa del momento. Por aquel entonces yo era más voraz para con los medios cuando el protagonista era el Real Madrid. Mi Madrid. Escuchaba El Larguero puntualmente cada noche desde hacía algunos años -lo hice religiosamente hasta hace relativamente poco-, y las noticias deportivas de los informativos eran un carrusel diario que empezaba con Más deporte y acababa en Antena 3, de la mano de Nacho Aranda. Y aquella semana fue aún más enfermizo, si cabe.
Recuerdo perfectamente las conversaciones que tuve con Rafa aquellos días, las elucubraciones previas al choque, y los pensamientos de gloria que me sobrevenían de cuando en cuando, imaginando que al fin viviría algo que hasta entonces sólo había soñado. Yo, y otras muchísimas personas durante 32 años.
La tarde de aquel miércoles fue intensa. El Carrusel de la SER comenzó bastante pronto, como a las cinco, con De la Morena trasladado en exclusiva a Amsterdam para narrar los acontecimientos en primera persona y todo el plantel de la cadena desplegado en algo que no tenía precedente. Me mantuve conectado a la radio durante aquellas horas, y sólo dejé de escucharles para hacer sonar un par de veces la pista 8 de la BSO de Record of Lodoss War, un tema mítico que siempre asociaré a aquel momento.
Procedí, poco antes de la hora cero, a montar el santuario en torno del televisor que luego vería también caer la Octava -la Novena es otro recuerdo memorable que, esta vez, tuvo lugar en la tienda, y del que llegado el momento también daremos cuenta-, y la gente empezó a llegar. No recuerdo exactamente el número, pero éramos muchos, más de los que creo haya visto aquel salón nunca alrededor de la tele, y todos blancos, jóvenes y emocionados. Los que estuvisteis allí lo recordaréis bien, cada minuto, cada suspiro, cada mirada cómplice mientras se sucedían las jugadas que acabaron por desembocar en aquel inolvidable minuto 66...
Pedja. Ese hombre. Antes de la final del Amsterdam Arena el montenegrino que huyó del Valencia porque quería ser grande ya se había convertido en héroe. Sería su imagen, sus declaraciones en la presentación diciendo que sí valía los 1485 millones de pesetas que el Madrid había pagado por él, o su carácter en el campo... pero su fotografía ocupó durante largo tiempo un importante espacio en la pared de aquel adolescente ilicitano que hoy les escribe desde Madrid. Madrid... qué cosas. El caso es que tuvo que ser él quien, tantos años después, devolviera la gloria perdida en el viejo continente al mejor equipo de la historia.
Creo que lloré de alegría. Varios lo hicimos. Abrazados en piña a poco más de un metro de la vetusta Panasonic, esperábamos con impaciencia que el árbitro pitase el final. Y lo pitó. Llegó el éxtasis, la incredulidad mezclada con alegría, y todos nos dirigimos a nuestra Cibeles particular en la Glorieta -la diosa sabrá perdonar aquel desplante al que me he negado años después, cuando por fin tuve la suerte de disfrutarla donde dios manda, en donde confluyen Alcalá, Gran Vía y Castellana. Recuerdo claramente que pensé que ya lo había visto todo, que después de aquello morir no sería tan traumático. Ahora, con la perspectiva del tiempo, supongo que una frase así suena desproporcionada... pero entonces era lo más grande a lo que podía aspirar. Ni mujeres, ni Metal Gears 4, ni leches. Era el Madrid, era Europa, palabras mayores.
La resaca continuó días después. Lucí mi camiseta morada de Kelme con el 8 a la espalda orgulloso en todas partes, y así, poco a poco, el tiempo fue pasando. Luego llegarían las otras dos, míticas también por la forma en que se lograron, y ganar Copas de Europa se convertiría en algo casi cotidiano, aunque no menos importante. Pero lo que aquel veinte de mayo de hace diez años supuso nunca volverá a repetirse.
A menudo me descubro tarareando por lo bajini la narración de Lama y Paco González, que me sé de memoria, y sonrío: "...el balón queda muerto, Mijatovic chuta ¡eso es gol!...". Mijatovic. Pedja. Siempre Pedja. Diez años después, siempre Real Madrid.



3 comments:

Anonymous said...

¡DIOS! ¡Qué bueno!
Puedo decir que yo estuve allí entonces, cuando aquel irrepetible orgasmo de euforia tuvo lugar.
Gracias por recordarme uno de los mejores momentos de mi vida, xicot.
Lástima que luego esa piña haya ido desmadejándola la desidia impertubable de la distancia (bien física o psicológica).

Anonymous said...

Aún se me ponen los pelos de punta cuando pienso en todo aquello.Éramos más jóvenes, más canijos, más inocentes... pero no sé por qué coño en mi cabeza veo a todos, incluido yo, mucho más fuertes, más alegres. Es en ese momento cuando la mítica frase "when we were kings" cobra más fuerza q nunca. Joder...q grande fué todo eso... De: Maynnard Vedder.

Wildwood said...

En efecto Vadania, la distancia ha desmantelado la comunidad. Pero todo grupo está, en cierto modo, condenado a separarse. Lo estaban Frodo and company, la Qinta del Buitre, y el Madrid de los Galácticos. Lo que queda para siempre es el momento. Eso permanecerá en nosotros mientras vivamos.
Y sí, Maynnard,éramos más fuertes, no te quepa duda. Más alegres también. Pero menos experimentados... Hoy tenemos la fortuna de contar con un aliado inestimable que nos hace inquebrantables: la sabiduría. Por eso miramos al pasado y no entristecemos. Miramos al pasado y reímos de puro orgullosos. Es nuestra historia... sigamos haciéndola grande.