Monday, May 05, 2008

Treinta y una

Heroicamente. Como corresponde a una camiseta que, parafraseando a Trueba, es blanca para mancharla de barro y sangre. Así ocurrió ayer. Con uno menos. Dos durante el tramo que los encumbró a la gloria. Bajo la lluvia de lo aparentemente imposible. Los últimos granos de arena deslizándose ya por el estrecho precipicio del reloj de cristal. Y de pronto dos cañonazos, dos obuses nacidos de la ambición de una nave que jamás zozobra. Y ya van 106 años. Casi un tercio son blancos. Incontestable.

Luego vino la locura. El desenfreno. La algarabía general por la consecución de otro recuerdo para las vitrinas. Una tensa espera alrededor de nuestra diosa, y al fin una fiesta en su presencia. Completa con los 25 nombres que hicieron posible la gesta. Y de entre todos, uno. Suyo fue el privilegio de engalanarla con su níveo manto. Y suyo el orgullo de transmitirle el gesto que representa el sentir de toda esta Gran Familia. El beso más tierno sobre la más dura piedra, la que hace inquebrantable este espíritu único que derriba barreras y une almas en un solo grito.

Otro año más, enhorabuena.

Y gracias.

3 comments:

Perenzal said...

Enhorabuena chaval!! Disfrútala en lo que vale!!

Wildwood said...

Mil thank yous, xiket. En un momento dado, entre gritos y alborozo, me pareció ver que la diosa buscaba con la mirada a un madrileño de espíritu ausente entre el gentío. ¿Sabes quién podía ser?...
Jejeje.
La city, como ves, tiene memoria. Y la impronta de ciertas almas siempre queda en este crisol, pase el tiempo que pase.

Anonymous said...

(Léase el último artículo de Xirimiri al respecto)